miércoles, 17 de agosto de 2011

LA CINTA DEL DÍA: Graceland (Paul Simon)

¿Qué tienen en común el Rey del Rock and Roll y la hija de Darth Vader? ¿Acaso que la Princesa Leia (encarnada por la actriz Carrie Fisher) apareció por primera vez en la pantalla grande en 1977, el año que Elvis murió? ¿O tal vez que dos décadas antes, en 1957, Debbie Reynolds (la madre de Fisher) le quitó el primer lugar de las listas de singles a Presley, cuando Teddy Bear fue desplazada por el éxito Tammy? No, realmente.
A Elvis y ‘Leia’ los une una canción. A mediados de los ochenta, Paul Simon vivía una crisis personal debido a su divorcio. Durante 6 años, el autor de The Sound of Silence y Carrie Fisher habían sido enamorados y en 1983 se casaron. Pero el matrimonio no fue bien y al año ambos firmaron la separación. Entonces la composición se convirtió en un desfogue para Paul, en una suerte de catarsis que llego a su punto más alto con Graceland, “la mejor canción que he hecho”, asevera Simon. Yo concuerdo.
El protagonista de la canción va manejando. Lleva a su hijo de nueve años a Graceland, la mansión de Elvis Presley, que desde su muerte se convirtió en un museo sobre su vida y en un santuario para fanáticos como Simon, que se hizo músico por El Rey. Paul canta que ella vino a decir que se va y que perder el amor es como una ventana en el corazón: todo el mundo ve cómo te lleva el viento. Y él va a Graceland, entre fantasmas, pobres y peregrinos,  y siente la apremiante necesidad de llegar. ¿Por qué? Finalmente esa urgencia provoca que comprenda lo que ella quiso decir: que esa ráfaga te lleva a Graceland, ese lugar superior, casi religioso, donde él probablemente se vea “obligado a defender cada amor, cada final. O tal vez ya no hayan obligaciones”. No lo dice, pero podemos interpretar que se refiere al amor que siente por Fisher, por la música de Elvis; dos pasiones que ya no están pero que permanecen firmes en él, vivas.
Graceland es una canción de pérdida. Una pérdida tan intensa como la que experimentó el mundo de la música y el espectáculo el 16 de agosto de 1977 (hace 34 años), cuando Presley murió. Sin embargo, como dice la leyenda, Elvis está vivo: perdura en su música, que sigue influenciando a millones de intérpretes en el planeta. Sé que es el floro típico, pero es la pura verdad.
Extrañamos a Elvis, como Paul extrañaba a Carrie. Y como él, todos los fanáticos de El Rey siempre estaremos camino a Graceland, para defender nuestro amor sin obligaciones.
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sábado, 13 de agosto de 2011

Feliz día, vinilo querido

En mi casa, cuando era niño, no escuchábamos vinilos porque no había tocadiscos. Sin embargo, había discos. Mi hermano tenía un grupo de rock y escribía sobre música en un diario local, así que le llegaba lo ultimito que editaban las disqueras nacionales, como Iempsa y El Virrey. Pasaron los años ochenta (que así se dice, no ‘ochentasss’) e iniciando la pubertad comencé a interesarme por la música… Pero en serio. La curiosidad propia del preadolescente y una precoz obsesión por investigar sobre música (que luego me llevaría a estudiar periodismo y, por supuesto, a hacer música) provocaron que un buen día me aventurara en el “cuarto de al fondo” (sic), donde, sabía, descansaban en una caja cerca de dos centenas de LPs. 
Algunas carátulas llamaron mi atención y la mayor parte de los discos estaban ‘pititos’, pero como no tenía dónde escucharlos, simplemente los dejé en su lugar hasta una nueva oportunidad. La ocasión se dio una década después, cuando mi amiga Milagros me regaló el tocadiscos de sus padres. Lamentablemente, el aparato no tenía parlantes y yo no tenía plata, así que lo dejé en la casa de mi ex enamorada y, quién sabe, tal vez esté ahí hasta hoy. 
Tras algunos desidiosos intentos por comprarme un tocadiscos, por fin lo hice hace unos cuatro años. Simplemente fui a Paruro, lo vi y lo compré. Y así de simple mi vida como melómano cambió. A partir de ese momento disfruto de las maravillas sonoras que se desprenden del delicado y constante raído de la aguja por los surcos del vinilo, de sus portadas ricas para la vista y el tacto, de los detalles históricos que traen consigo, de su olor, de su calidad de manjar para anticuario, de su existencia analógica que atestigua en carne viva la mismísima historia de la tecnología musical, del diseño y la cultura.
Y bueno, les cuento que existe un grupo de gringos que, ante la ‘amenaza’ de lo digital, busca preservar la música en vinilo, el arte de sus tapas y para ello han dispuesto que, año a año, todos los sábados siguientes al 12 de agosto se celebre El Día del Vinilo (Vinyl Record Day). Es decir, el día del vinilo es hoy. ¿Por qué esta fecha? Dicen que Thomas Alva Edison inventó el fonógrafo un día como este en 1877. ¿Y cómo se celebra un día como este? Pues escuchando discos y escribiendo cosas como esta: el Top 10 de los vinilos que poseo y que más quiero. Aquí mis consentidos en estricto orden de adquisición: 

Rubén Blades  - Maestra Vida Primera Parte (1980, Fania Records 5053-1)
Debió ser en el 99, durante una de mis fiebres salseras (causada principalmente por la música de Rubén Blades), cuando compré mis dos primeros discos de vinilos. Recuerdo que iba caminando con mi enamorada. Nos dirigíamos al bar Queirolo (seguro), entonces doblamos por el bulevar del Jirón Quilca y nos encontramos con un señor que vendía libros y cachivaches. A la distancia identifiqué, como el águila que ubica a la rata entre la maleza, el vinilo de Maestra Vida Primera Parte. Estaba en muy buenas condiciones y era un “Producto centroamericano hecho en Costa Rica por Indica S.A.” que contenía todo el arte y los textos escritos para el disco por el propio Rubén. Lo compré sin dudar junto con una fina edición francesa de Siembra. Gasto total: S/.10.
Recién el año pasado, tras una extensa búsqueda, finalmente conseguí una Segunda Parte de Maestra Vida similar en calidad que la primera, también en Quilca (pero esta vez en el paraíso vinilesco que se encuentra en la cuadra 3 del jirón). ¡Sarava!
Escucha El Nacimiento de Ramiro

Miki González - Puedes Ser Tú (1986, Discos Hispanos del Perú/EMI CE.02.0041) 
Casi todos los discos que mi hermano había abandonado en la casa estaban hechos en el Perú y eran de roqueros nacionales, sudamericanos, gringos y, en general, ochenteros. Entre los que ‘mudé’ a mi colección personal está el primer LP de Leusemia (que nunca se ha tocado y, espero, algún día costará sus buenos dólares) y Puedes Ser Tú de Miki González, que siempre me había gustado. Cuando en el 2004 tuve que hacer una entrevista de espectáculos para un curso de la universidad, se me ocurrió hacérsela a Miki, que hacía poco había editado su CD electrónico Café Inkaterra. Conseguí su teléfono, lo llamé y atracó. Fui a su casa y la entrevista salió muy bien. Conocí su estudio, rajamos un poco de algunos grupos peruanos y al final le pedí que me firmara el vinilo. Después de esa entrevista mi admiración por Miki se incrementó, y por eso, y porque pocos en el Perú han hecho rock tan bueno, conservo con cariño ese disco, el primero de González, que dice mucho de la sociedad peruana en los ochenta y que contiene clásicos como Dímelo Dímelo y Ya No Aguanto.
Escucha Puedes Ser Tú

Led Zeppelin - Led Zeppelin III (1977, Atlantic Records SD 19128)

Soy fanático de Led Zeppelin convicto y confeso desde que tengo 9 años y escuché por primera vez Whole Lotta Love, pero mi disco favorito es el Led Zeppelin III. Esa mezcla inigualable entre la potencia límite de Immigrant song y la delicadeza acústica de That’s The Way me fascinó desde la primera vez que escuché el disco, en un casete. Cuando comencé a leer sobre la historia de Zeppelin conocí  los verdaderos diseños de sus portadas (que no se reprodujeron fielmente en los CD). Todas tenían detalles fascinantes, como las ventanas huecas del Physical Graffiti. El Led Zeppelin III tenía una rueda giratoria interna que, al girarla, mostraba más detalles gráficos en la psicodélica portada. Por años fue una obsesión conseguir la versión original del disco. Incluso recuerdo haber dicho muchas veces a mis amigos, en alguna borrachera, “algún día tendré ese vinilo, ceeseeme”. Hasta que un buen día del 2009 entré a curiosear a Rivasmar (Shell 385, Miraflores) y lo encontré en una pila de vinilos “acabaditos de llegar” (según la señora que me atendió). Pagué sin dudar las 50 lucas que me pidió y ahora disfruto cuando quiera de esta joyita que es una linda reedición gringa hecha en 1977 del disco que Page, Plant, Jones y Bonham lanzaron en 1970.
A partir de ese momento comencé a buscar el resto de vinilos originales de Zeppelin y todo terminó el año pasado, cuando uno de mis proveedores quilqueños me mandó un mensaje al celular: “Julio, tengo el Physical Graffiti”. En 10 minutos llegué a Quilca y completé mi colección. Misión cumplida.     
Escucha Since I've Been Loving You


Bob Dylan - Highway 61 Revisited (1965, CBS 62572)

Lo encontré en el segundo piso de la galería vinilera de la tercera cuadra del Jr. Quilca, donde atiende un antiguo vendedor de discos hincha del Sport Boys (como un servidor), a principios del 2009. Traté de no hacer mucho escándalo cuando vi el Highway 61 y comprobé que era “Made in England” y ¡MONO! ¿Acaso no es mejor el estéreo?, preguntarán algunos. Pues depende. En el caso de algunos discos de los sesenta, la distribución estéreo (que era una tecnología nueva y en etapa de perfeccionamiento en ese entonces) le quitaba fidelidad y potencia la grabación original. Además, es difícil, y en algunos casos, imposible, encontrar versiones mono de CDs. En el caso del Highway 61, doy fe de que la edición mono simplemente es una patada en los huevos. Escuchar Ballad of a Thin Man disparada igual por los dos parlantes es estremecedor. 
Escucha From a Buick Six (mono)

The Beatles – The Beatles (‘white album’) (1968 Apple Records C 192-04 173/74)

En el 2009 viajé a Europa como mi novia y en Amsterdam encontré la primera tienda de vinilos del viaje y de mi vida. Entre lo que me llevé estuvo una edición inglesa del Blonde on Blonde de Dylan y este ‘white album’ que es el N° 0413427 (los Beatles quisieron que figure en la portada, en relieve, el orden de impresión, así como el nombre del disco). Tiene el afiche original, elaborado por  Richard Hamilton y Paul McCartney (y que contiene fotografías del grupo y las letras de los temas) y, tal vez por algún error que no he podido comprobar, es una edición alemana/francesa: la cubierta es de Electrola Gesellschaft by Heinrich Nicolaus, mientras que el vinilo fue hecho por Pathé Marconi. Me encanta.
Escucha Helter Skelter

Paul McCartney (and Wings) - Band on the Run (1973, Apple Records SO-3415)

En el mismo viaje, llegamos a París y, con un amigo, fuimos a una feria callejera. Ahí compré King of America de Elvis Costello y este Band on the Run con el arte y la funda original, hecho en Estados Unidos y que me costó 2 euros. El disco está como nuevo a pesar de que debe ser el vinilo que más he pasado por la bandeja de mi tocadiscos, primero porque Band on the Run, Jet, Let Me Roll It y Nine Hundred and Eighty Five suenan espectaculares y, segundo, porque los surcos de este disco tuvieron que aguantar la fiebre McCartney previa y posterior al concierto que el ex beatle dio en Lima hace unos meses.
Escucha Band on the Run

El Gran Combo – In Alaska, Breaking the Ice (1984, Combo Records RCSLP 2039 Series 00798)

Soy fanático de El Gran Combo. Tengo 15 vinilos del grupo de Puerto Rico. Creo que es la mejor orquesta de salsa de la historia y, a pesar de que viene a Lima una vez al año, en promedio (y eso), nunca había ido a verlos. Mi novia también es fan, así que el 2009 fuimos al concierto que dieron en la Videna de San Luis y finalmente los escuché en vivo. Estuvo espectacular. El 20 de agosto del año pasado repetimos el plato y los vimos en el centro de convenciones Scencia de La Molina. Tocaron tan tarde que mucha gente se fue y para la parte final del concierto había suficiente espacio como para estar bailando a unos pocos pasos del escenario. Eso hicimos y fue tan cercana la cosa con el grupo que al terminar el espectáculo nos quedamos con las ganas de conocerlos. Al día siguiente nos armamos de valor y fuimos al Thunderbird de Miraflores, donde se hospedaban. Entramos al bar del hotel y estaban todos ahí. Superando los nervios nos acercamos primero al director del grupo, el legendario Rafael Ithier, luego donde Jerry Rivas y Papo Rosario. Nos tomamos fotos con los tres, Jerry le regaló un disco a mi novia y todos firmaron mi vinilo Breaking the Ice (mi favorito del Gran Combo). Por eso, y porque suena increíble, le tengo un cariño especial. 
Escucha Carbonerito

Frank Sinatra – Frank Sinatra sings for Only The Lonely (1958, Capitol Records W1053)

Probablemente sea el mejor cantante blanco de la historia. Muchos de sus discos me encantaban, como los clásicos Songs For Swingin' Lovers y In The Wee Small Hours, hasta que un día, googleando, encontré que Sinatra, la estrella de Hollywood y la canción popular, tenía un LP de culto, oscuro. Amado por genios como Tom Waits, el álbum se llamaba Frank Sinatra Sings for Only the Lonely. Era un disco que, como referían las notas de la contraportada, estaba dedicado a “the lost ones” o como los describía el propio Frank, era “for the losers”. La promesa de un disco de ‘La Voz’ que entrara en el alma de los perdedores en el amor, de los borrachos tristes, era demasiado para mí. Además, pa’ colmo, no se había editado en CD todavía. Lo busqué como un lunático por internet, todos los enlaces habían caducado y, obviamente, no lo vendían por Amazon. Así que durante unos meses, cada vez que iba a Quilca, me zambullía en el polvo para encontrarlo. Pero nada.
De pronto me olvidé del tema y, como suele ocurrir en la vida, una tarde (exactamente el 13 de agosto del 2010, es decir, hace un año, je) encontré la versión original, gringa, en la caja de “ofertas” de uno de los vendedores de la galería quilqueña. Ahí estaba Frank, pintado de payaso, con una línea que le cruzaba el ojo como una lágrima rosada. En la contraportada vi el sensacional dibujo de un farol y, en segundo plano, un hombre sentado en la banca de un parque. Con todas mis fuerzas contuve la sonrisa (la carcajada orgásmica, en realidad) y disimulé mientras sentí un adormecimiento. Lo tomé junto con otro (un dúo de Sinatra y Count Basie) y pagué 10 soles por los dos. Juro que en la calle salté de alegría.
Escucha One For My Baby


Sam Cooke - Night Beat (1963, RCA Victor LSP-2709)

Probablemente sea el mejor cantante negro de la historia. Cuando descubrí la obra de Sam Cooke quedé fascinado. Supe que con él había comenzado todo y que gracias a su existencia habíamos podido disfrutar de Marvin Gaye, Michael Jackson, etc. Me compré la recopilación Portrait of a Legend y conseguí en Amazon el extraordinario concierto de Cooke en el Harlem Square Club (tal vez el mejor disco en vivo que se haya editado). Buscando más, como hice con Sinatra, encontré que había un disco que, por mayoría de votos, era el gran álbum del cantante de Chain Gang. Lo bajé por internet y comprobé que Night Beat mostraba a 'Mr.Soul' en un estado de gracia a un año de su lamentable asesinato. También lo encontré en Quilca de casualidad y me costó 7 soles. Esa tarde me tocó ir adonde un amigo y comprobamos el sonido Dynagroove que prometía la contraportada: “Brillance and clarity, realistic presence, full-bodied tone, surface noise and Inner-groove distortion virtually eliminated!" En resumen, suena espectacular.  
Escucha Nobody Knows the Trouble I’ve Seen

Harry Belafonte - Calypso (1956 RCA Victor LPM 1248)
También lo estuve buscando, luego de descubrir a Belafonte gracias a una edición de la revista Mojo editada por Tom Waits. Me bajé algunos discos por Internet y entendí que Harry no era simplemente el que cantaba “la canción de Beetlejuice”, era, como dijo el propio Bob Dylan, “el interprete que cruzó más líneas” en la historia de la música. Repasando su discografía, uno puede encontrar álbumes de blues, música africana, cantos de obreros, etc.
Personalmente quedé prendado con Calypso, el disco que contiene Day O y otras joyas del cancionero en habla inglesa procedente del Caribe y que en su momento fue el más vendido en Estados Unidos. Quería comprarme el vinilo y lo encontré finalmente hace unas semanas en una tienda en Nueva York, medio refundido. También puse cara de poker y pagué los 10 dólares que me costó.
Escucha Dolly Dawn

Feliz día del vinilo para todos, hasta para aquellos que en este mundo del mp3 todavía no han colocado la aguja sobre un disco ni sentido el inigualable placer sonoro que produce su recorrido. No pierdan tiempo y corran ahora mismo a la cuadra tres del Jirón Quilca para celebrar como se debe.
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lunes, 8 de agosto de 2011

LA CINTA DEL DÍA (¿del año?): Rolling in the Deep (Adele)

En pleno Times Square, expulsada desde la ventanilla de un Taxi. En el taxi, una noche que ya no había opción de ir en metro. En el metro, retumbando en los audífonos de una chica que cargaba una bolsa de Forever 21. En Forever 21, mientras compraba unos lentes oscuros. Y cincuenta veces más. En todas partes, de día y de noche, en plena lluvia y bajo el sol asfixiante. La canción del verano en Estados Unidos se llama Rolling In The Deep y estuvo desde el 21 de mayo hasta el 9 de julio, es decir, durante siete semanas consecutivas, en el primer lugar de los charts gringos y, obviamente, sonado hasta por debajo de las alcantarillas.
Me tocó estar en Nueva York mientras el tema cumplía su semana de despedida del puesto número uno y comprobé que cuando una canción llega a la cima en la ciudad que nunca duerme, simplemente está todo el día en la cabeza de más de 8 millones de personas.
Esta vez, la voz en esas cabezas fue la de Adele, una inglesa de 23 años que ya tiene dos discos, dos Grammy y bate records en ventas en su país y en el mundo (En Lima también). A pesar de su inocultable gordura, la que provoca compararla con la recordada Mama Cass (aunque Adele es bonita), los medios musicales y del espectáculo la bautizaron como la sucesora de Amy Winehouse, incluso antes de su muerte (el 23 de julio pasado). Por eso no llamó la atención cuando, tras cumplirse la primera semana del fallecimiento de la voz de Rehab, el mejor disco de Amy, Black To Black, volviera a ser el más vendido en el País del Norte y el segundo fuera 21, el álbum que Adele sacó este año (y que contiene Rolling in the Deep).
Sin embargo, si bien ambas son las compositoras de sus canciones, tienen soul en sus gargantas y se graduaron en la misma escuela (la BRIT School for Performing Arts & Technology), pienso que Adele está más cerca de Carole King, mientras que Amy se desenvolvía sin esforzarse con el espíritu de las mejores cantantes negras, como Aretha Franklin. En todo caso, Adele todavía está lejos de alcanzar a Amy, incluso, por supuesto, en los excesos (aunque, probablemente, esté en el de la comida, je).
Sin más, los dejo con Rolling in the Deep, un tema pop que tiene soul, fuerza, despecho y el crescendo de otras canciones que también, en su momento, fueron número uno en EE.UU., como What's Love Got To Do With It y Total Eclipse of The Heart (pero Rollling... está mucho mejor).


También chequea el video de la canción en vivo
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viernes, 5 de agosto de 2011

LA CINTA DEL DÍA: Discipline (King Crimson)

Son las 7:09 a.m. A las 6:30 en punto sonó la alarma de mi celular pero recién me levanté de la cama a las 6:50. Siguiendo mi plan del día, lo primero que hice fue ir a la sala y colocar el Discipline de King Crimson en el tocadiscos. Me lancé al piso e hice veinte planchas y veinte abdominales. Absolutamente destruido (no hacía ejercicios desde el colegio, creo) me bajé una botella de agua. A continuación hice mi cama y, por huevón, me golpee el índice izquierdo con el cabezal de madera. Me dolió como mierda pero pasó rápido. Prendí la computadora. Fui al baño. Había un mosquito y rápidamente lo maté de un palmazo. “Carajo, no solo estoy despierto, estoy que la rompo”, pensé.
Tuitié y cargué al Facebook una foto en la que sostengo el Discipline con una mano (como prueba irrefutable de que todo esto es cierto). Cogí una manzana y empecé a escribir. Hacia la mitad del párrafo anterior acabó el lado A del disco y escuché un grito de mujer que probablemente haya sido el canto de cisne del mañanero de mis vecinos.
Lado B. Harto de la desidia y el chongo sin sentido (de las redes sociales, etc.), ayer decidí que, a partir de hoy, me voy a levantar todos los días a las 6:30 a.m. a hacer algo de ejercicio primero y luego a aprovechar la mañana escribiendo o componiendo. Frases como "recién soy productivo a partir del mediodía", "la inspiración llega en la noche", etc., son cojudeces. En las noches llego cansado y no tengo cerebro para hacer bien nada. Uno es capaz de, siendo disciplinado, ser productivo cuando quiera, y descubrí que hay un par de horitas en la mañana en las que el sueño ya no tiene sentido práctico.
¿Y cómo se consigue la disciplina? Con repetición, creando una costumbre. Entonces aquí vamos. Quiero ser como Robert Fripp, el genial guitarrista de King Crimson, sentadito en su silla en pleno concierto, paseando sus dedos mecánicamente por la guitarra, llegando al clímax de la metodología y la lucidez.

Son las 7:42 y acabó el disco. Ahora a poner otro, a la ducha y (más tarde todavía porque recién entro a las 10) a chambear. Carajo.

Como en JPL Cintas hay de todo para todos, también puedes ver el video de Indiscipline en vivo.
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viernes, 24 de junio de 2011

LA CINTA DEL DÍA: She’s Leaving Home (The Beatles)

La cinta del día de hoy tiene historia y sirve para recordar a dos señores que han cumplido años durante esta última semana. Los unen algunas coincidencias. Uno nació el 18 de junio de 1942 en Liverpool y el otro dos días después, el 20 de junio del mismo año, también muy cerca del mar, pero al otro lado del mundo, en California. Ambos, dando la cara a sus océanos, vieron en el horizonte el camino de la música, se llenaron de soul, rock and roll y guiaron a sus respectivas bandas hacia el estrellato.
El inglés Paul McCartney y el estadounidense Brian Wilson también fueron los bajistas de sus grupos: los Beatles y los Beach Boys, respectivamente. Ambos, además, eran de los pocos en la música popular de aquel entonces (probablemente lo únicos) que hacían líneas de bajo melódicas. Por si esto fuera poco, los dos fueron los compositores de las canciones más exitosas de sus bandas, que para 1964 ya eran las más populares del mundo.
Un año después, en 1965, los Beatles sacaron al mercado el álbum Rubber Soul y Brian volteó por primera vez con auténtico interés hacia Paul. El californiano quedó tan impresionado por la innovación musical de este disco, que rápidamente dibujó una línea imaginaria hasta Liverpool: tenía que hacer un álbum tan extraordinario, o mejor, que el de los Fab Four. Ahora McCartney era su ídolo, su motivación… su competencia.
Recordando aquel momento, 30 años más tarde en una entrevista, Wilson comentó que los Beach Boys "rezábamos por un álbum que pudiera rivalizar con Rubber Soul… y funcionó". Gracias a la motivación beatle, los chicos de California se metieron al estudio y en pocos meses tuvieron listo el LP Pet Sounds,  una obra maestra que, sobre todo, asombró a los principales miembros de la comunidad musical de occidente, incluido, por supuesto, Paul.
McCartney quedó tan fascinado con el disco de Wilson que fue uno de los principales promotores ad honorem de Pet Sounds en Inglaterra y hasta ahora declara que es su álbum favorito de la historia de la música popular.
Al año siguiente, en abril de 1967, se conocieron personalmente. Brian estaba grabando en Los Ángeles lo que iba a ser Smile, la respuesta al revolucionario Revolver de los Beatles, cuando de pronto abrió la puerta Paul. Wilson, que estaba con su esposa Marilyn, quedó sorprendido y se puso muy nervioso ante la inesperada presencia de su admirado ídolo, su inspirador rival.  
Tras pasar el rato escuchando algunas pistas en el estudio, Paul fue al piano y les cantó a Brian y Marilyn una canción que había escrito hacía poco y estaba inspirada en una artículo periodístico del Daily Mail sobre una chica de 17 años que abandonó a sus adinerados padres, un tema que sin duda hablaba del espíritu de los jóvenes de aquella época, decididos a huir de lo convencional, de la pacatería. La canción se llamaba She’s Leaving Home. Cuando McCartney terminó de tocarla, Wilson y su esposa estaban llorando, estremecidos por la profunda belleza del tema. Finalmente, ante la insistencia de aquella audiencia de dos personas, Paul interpretó el tema dos veces más.
Después de ese primer encuentro, todo cambió. McCartney y los Beatles terminaron de grabar el que, por mayoría de votos, es considerado el álbum más importante de todos los tiempos, el que marcó un cambio histórico en la cultura occidental contemporánea y que, por supuesto, incluyó She’s Leaving Home: el LP Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band. Por supuesto, los éxitos y la innovación continuaron para los Fab Four, aunque el final estaba más cerca de lo que parecía.
Por su parte, luego del encuentro en el estudio, Brian sucumbió ante la paranoia que sufría y que exacerbaba su drogadicción, terminó de pelearse con Mike Love y el resto de los Beach Boys y suspendió indefinidamente la grabación de Smile. Tuvieron que pasar tres décadas para que vuelva a hacer música con regularidad (y, dicho sea de paso, retomar el proyecto de Smile, álbum que editó finalmente en el 2004).
Ahora que ambos, Paul y Brian, acaban de cumplir 69 años, los amantes de su música los volvemos a encontrar en un buen momento y llenos de buenas vibraciones. Paul estuvo por Lima este año, aquel imborrable lunes 9 de mayo, y nos regaló la noche que muchos de nosotros les contaremos a nuestros hijos cuando nos pregunten por los momentos que marcaron nuestras vidas. El beatle también está grabando un nuevo material discográfico y pronto contraerá nuevas nupcias.
El año pasado un lúcido Brian Wilson lanzó un disco de versiones de Gershwin que la crítica especializada adoró. Asimismo, el reconocimiento a su vida llegará pronto en forma de biopic. En tanto, el resto de los Beach Boys y Capitol Records preparan una versión definitiva de Smile que tiene como fecha de lanzamiento el próximo 9 de agosto.
Que She’s Leaving Home, la canción que acompañó el primer encuentro de Paul y Brian, y que inmediatamente pareció separar las dos líneas paralelas que dibujaron sus destinos, los una nuevamente. Feliz cumpleaños, maestros.

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lunes, 20 de junio de 2011

LA CINTA DEL DÍA: Plastic Surgery (Adam and the Ants)

More Than a 'Peeling' de Boston, I 'Peel' Good de James Brown, I've Got a 'Peeling'  de los Beatles (o la de Black Eyed Peas). Tal vez alguna de Peel Collins como 'Peeling' Lover. También podría ser Flashdance... What a 'Peeling' de Irene Cara o, mejor, Me hice un peeling del cómico argentino Yayo. Desde que ayer en la noche supimos que el encarcelado ex ministro Rómulo León le había pagado una cirugía estética en el rostro a la congresista aprista Mercedes Cabanillas, decenas de usuarios de las redes sociales en el Perú ejercitamos nuestra imaginación rebautizando canciones populares en honor a este nuevo, pero más divertido, ‘faenón’.
Traté de ir un poco más allá en el juego, pero no recordé ninguna canción que trate específicamente sobre un peeling o acerca del claro problema de acné que padece la popular Meche. Sin embargo, recordé Plastic Surgery, tema primigenio de Adam and the Ants, una de las bandas más trastornadas del movimiento punk. Algunas frases del tema, que data de 1977, parecen caer de perillas: Hey, you got a face like a labrador... I'm gonna take you down to Harley Street (la avenida de los consultorios médicos y hospitales en Londres) y Baby, miracles do not come cheap (Rómulo desembolsó 4.500 cocos para el peeling). La estrofa final es mas bien un consejo: Don't go sitting in the sun, your new face might start to run, just forget your makeup scheme, clean your face with Mr. Sheen (un conocido pulidor).
Disfruten de este auténtico ‘petroaudio’ de Adam and the Ants que, dicho sea de paso, estuvieron un par de veces en las clásicas Peel Sessions, pero lamentablemente no tocaron esta canción en ninguna. Hubiera sido too much ‘peeling’.

Mira también esta versión en vivo
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viernes, 10 de junio de 2011

3-5-3-5-6

Esta semana apareció un nuevo Doodle de Google que ha causado sensación. Hablamos del rediseño que el buscador hace de su logo para celebrar algún aniversario, y que esta vez fue una guitarra virtual de 10 cuerdas en honor a los 96 años que el genio musical Les Paul hubiera cumplido este jueves 9.

El músico estadounidense, que murió en el 2009, más allá de su virtuosismo como guitarrista de jazz, country y blues, será recordado por ser uno de los primeros en crear guitarras eléctricas de cuerpo macizo y, específicamente, por el diseño de su Gibson Les Paul, mi guitarra favorita.

La primera vez que vi una imagen de la Les Paul coincide con la primera ocasión que recuerdo haberme puesto unos audífonos. Fue alrededor de 1989. Mi hermano me prestó su walkman, Apreté PLAY y sonó Whole Lotta Love de Led Zeppelin en todo su esplendor. No necesité más que unas cuantas notas de la guitarra de Jimmy Page para abrir la boca y quedarme atónito. En mis 9 años de vida jamás había escuchado algo tan espectacular, algo que sonara tan imponente y estremecedor. La alucinada y orgásmica parte media de la canción, que con audífonos suena como una moto amenazadora dando vueltas alrededor de tu mundo, y el hiriente punteo que le sigue, fueron demasiado para un niño de mi edad que vivía en una casa del distrito de San Miguel en la que todos los días, en la mañana y en la tarde, se escuchaba la misa de Radio Santa Rosa. ¡Era la puta revolución!

Tras escuchar el resto del Led Zepppelin II y, posteriormente, el Led Zeppelin I (que estaba copiado completo en el lado B de ese casete de 90 minutos), me lancé a bucear entre las revistas de mi hermano en busca de algo relacionado con el grupo británico. Encontré varias revistas Pelo y en una de ellas una foto de Jimmy Page, con un pucho entre los labios mientras la melena ligeramente ondulada le tapaba los ojos y rasgaba despreocupadamente una guitarra perfecta. Aunque la imagen, en blanco y negro y llena de ‘grano’, no era muy clara, expelía un aura de misterio, ambigüedad y poder oculto que fue suficiente para convencerme: quería ser músico y tener esa guitarra.

Luego supe que esa guitarra, la mítica guitarra de Jimmy Page, era una Gibson Les Paul Standard de 1959 que Joe Walsh (quien luego tocaría en Eagles) le dio al líder de Led Zeppelin en 1969. Justamente, la primera vez que Page la utilizó en el estudio, fue para grabar Led Zeppelin II, el álbum que contiene Whole Lotta Love, la primera canción que me estremeció realmente. Si bien todavía no tengo una réplica de esa Les Paul naranja, un par de veces he tenido una en mis manos y debo decir que su mango ancho es perfecto para mí, que estoy acostumbrado a tocar bajo y guitarra acústica. Su sonido, proyectado por un amplificador Marshall, es insuperable.

De hecho una de esas Gibson es cara y hoy por hoy tengo otros gastos prioritarios, así que, en tanto, en estos días que el Doodle de Google se ha convertido en una guitarra virtual como homenaje al inventor de mi guitarra favorita, te propongo lo siguiente: conecta los audífonos a la computadora, dale clic al video que he colocado a continuación y acompaña la música tecleando 3-5-3-5-6 en este link. ¡Que viva (la) Les Paul!

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