En mi casa, cuando era niño, no escuchábamos vinilos porque no había tocadiscos. Sin embargo, había discos. Mi hermano tenía un grupo de rock y escribía sobre música en un diario local, así que le llegaba lo ultimito que editaban las disqueras nacionales, como Iempsa y El Virrey. Pasaron los años ochenta (que así se dice, no ‘ochentasss’) e iniciando la pubertad comencé a interesarme por la música… Pero en serio. La curiosidad propia del preadolescente y una precoz obsesión por investigar sobre música (que luego me llevaría a estudiar periodismo y, por supuesto, a hacer música) provocaron que un buen día me aventurara en el “cuarto de al fondo” (sic), donde, sabía, descansaban en una caja cerca de dos centenas de LPs.
Algunas carátulas llamaron mi atención y la mayor parte de los discos estaban ‘pititos’, pero como no tenía dónde escucharlos, simplemente los dejé en su lugar hasta una nueva oportunidad. La ocasión se dio una década después, cuando mi amiga Milagros me regaló el tocadiscos de sus padres. Lamentablemente, el aparato no tenía parlantes y yo no tenía plata, así que lo dejé en la casa de mi ex enamorada y, quién sabe, tal vez esté ahí hasta hoy.
Tras algunos desidiosos intentos por comprarme un tocadiscos, por fin lo hice hace unos cuatro años. Simplemente fui a Paruro, lo vi y lo compré. Y así de simple mi vida como melómano cambió. A partir de ese momento disfruto de las maravillas sonoras que se desprenden del delicado y constante raído de la aguja por los surcos del vinilo, de sus portadas ricas para la vista y el tacto, de los detalles históricos que traen consigo, de su olor, de su calidad de manjar para anticuario, de su existencia analógica que atestigua en carne viva la mismísima historia de la tecnología musical, del diseño y la cultura.
Led Zeppelin - Led Zeppelin III (1977, Atlantic Records SD 19128)
Soy fanático de
Led Zeppelin convicto y confeso desde que tengo 9 años y escuché por primera vez
Whole Lotta Love, pero mi disco favorito es el
Led Zeppelin III. Esa mezcla inigualable entre la potencia límite de
Immigrant song y la delicadeza acústica de
That’s The Way me fascinó desde la primera vez que escuché el disco, en un casete. Cuando comencé a leer sobre la historia de Zeppelin conocí los verdaderos diseños de sus portadas (que no se reprodujeron fielmente en los CD). Todas tenían detalles fascinantes, como las ventanas huecas del
Physical Graffiti. El
Led Zeppelin III tenía una rueda giratoria interna que, al girarla, mostraba más detalles gráficos en la psicodélica portada. Por años fue una obsesión conseguir la versión original del disco. Incluso recuerdo haber dicho muchas veces a mis amigos, en alguna borrachera, “algún día tendré ese vinilo, ceeseeme”. Hasta que un buen día del 2009 entré a curiosear a
Rivasmar (Shell 385, Miraflores) y lo encontré en una pila de vinilos “acabaditos de llegar” (según la señora que me atendió). Pagué sin dudar las 50 lucas que me pidió y ahora disfruto cuando quiera de esta joyita que es una linda reedición gringa hecha en 1977 del disco que
Page,
Plant,
Jones y
Bonham lanzaron en 1970.
A partir de ese momento comencé a buscar el resto de vinilos originales de Zeppelin y todo terminó el año pasado, cuando uno de mis proveedores quilqueños me mandó un mensaje al celular: “Julio, tengo el
Physical Graffiti”. En 10 minutos llegué a
Quilca y completé mi colección. Misión cumplida.
Escucha
Since I've Been Loving You
Bob Dylan - Highway 61 Revisited (1965, CBS 62572)
Lo encontré en el segundo piso de la galería vinilera de la tercera cuadra del
Jr. Quilca, donde atiende un antiguo vendedor de discos hincha del
Sport Boys (como un servidor), a principios del 2009. Traté de no hacer mucho escándalo cuando vi el
Highway 61 y comprobé que era “Made in England” y ¡MONO! ¿Acaso no es mejor el estéreo?, preguntarán algunos. Pues depende. En el caso de algunos discos de los sesenta, la distribución estéreo (que era una tecnología nueva y en etapa de perfeccionamiento en ese entonces) le quitaba fidelidad y potencia la grabación original. Además, es difícil, y en algunos casos, imposible, encontrar versiones mono de CDs. En el caso del
Highway 61, doy fe de que la edición mono simplemente es una patada en los huevos. Escuchar
Ballad of a Thin Man disparada igual por los dos parlantes es estremecedor.
Escucha
From a Buick Six (mono)
The Beatles – The Beatles (‘white album’) (1968 Apple Records C 192-04 173/74)
En el 2009 viajé a Europa como mi novia y en Amsterdam encontré la primera tienda de vinilos del viaje y de mi vida. Entre lo que me llevé estuvo una edición inglesa del
Blonde on Blonde de
Dylan y este
‘white album’ que es el N° 0413427 (los
Beatles quisieron que figure en la portada, en relieve, el orden de impresión, así como el nombre del disco). Tiene el afiche original, elaborado por
Richard Hamilton y
Paul McCartney (y que contiene fotografías del grupo y las letras de los temas) y, tal vez por algún error que no he podido comprobar, es una edición alemana/francesa: la cubierta es de Electrola Gesellschaft by Heinrich Nicolaus, mientras que el vinilo fue hecho por Pathé Marconi. Me encanta.
Escucha
Helter Skelter.
Paul McCartney (and Wings) - Band on the Run (1973, Apple Records SO-3415)
En el mismo viaje, llegamos a París y, con un amigo, fuimos a una feria callejera. Ahí compré
King of America de
Elvis Costello y este
Band on the Run con el arte y la funda original, hecho en Estados Unidos y que me costó 2 euros. El disco está como nuevo a pesar de que debe ser el vinilo que más he pasado por la bandeja de mi tocadiscos, primero porque
Band on the Run,
Jet,
Let Me Roll It y
Nine Hundred and Eighty Five suenan espectaculares y, segundo, porque los surcos de este disco tuvieron que aguantar la fiebre
McCartney previa y posterior al concierto que el ex beatle dio en Lima hace unos meses.
Escucha
Band on the Run
El Gran Combo – In Alaska, Breaking the Ice (1984, Combo Records RCSLP 2039 Series 00798)
Soy fanático de
El Gran Combo. Tengo 15 vinilos del grupo de Puerto Rico. Creo que es la mejor orquesta de salsa de la historia y, a pesar de que viene a Lima una vez al año, en promedio (y eso), nunca había ido a verlos. Mi novia también es fan, así que el 2009 fuimos al concierto que dieron en la Videna de San Luis y finalmente los escuché en vivo. Estuvo espectacular. El 20 de agosto del año pasado repetimos el plato y los vimos en el centro de convenciones
Scencia de La Molina. Tocaron tan tarde que mucha gente se fue y para la parte final del concierto había suficiente espacio como para estar bailando a unos pocos pasos del escenario. Eso hicimos y fue tan cercana la cosa con el grupo que al terminar el espectáculo nos quedamos con las ganas de conocerlos. Al día siguiente nos armamos de valor y fuimos al
Thunderbird de Miraflores, donde se hospedaban. Entramos al bar del hotel y estaban todos ahí. Superando los nervios nos acercamos primero al director del grupo, el legendario
Rafael Ithier, luego donde
Jerry Rivas y
Papo Rosario. Nos tomamos fotos con los tres, Jerry le regaló un disco a mi novia y todos firmaron mi vinilo
Breaking the Ice (mi favorito del Gran Combo). Por eso, y porque suena increíble, le tengo un cariño especial.
Escucha
Carbonerito
Frank Sinatra – Frank Sinatra sings for Only The Lonely (1958, Capitol Records W1053)
Probablemente sea el mejor cantante blanco de la historia. Muchos de sus discos me encantaban, como los clásicos
Songs For Swingin' Lovers y
In The Wee Small Hours, hasta que un día, googleando, encontré que
Sinatra, la estrella de Hollywood y la canción popular, tenía un LP de culto, oscuro. Amado por genios como
Tom Waits, el álbum se llamaba
Frank Sinatra Sings for Only the Lonely. Era un disco que, como referían las notas de la contraportada, estaba dedicado a “the lost ones” o como los describía el propio Frank, era “for the losers”. La promesa de un disco de ‘La Voz’ que entrara en el alma de los perdedores en el amor, de los borrachos tristes, era demasiado para mí. Además, pa’ colmo, no se había editado en CD todavía. Lo busqué como un lunático por internet, todos los enlaces habían caducado y, obviamente, no lo vendían por
Amazon. Así que durante unos meses, cada vez que iba a
Quilca, me zambullía en el polvo para encontrarlo. Pero nada.
De pronto me olvidé del tema y, como suele ocurrir en la vida, una tarde (exactamente el 13 de agosto del 2010, es decir, hace un año, je) encontré la versión original, gringa, en la caja de “ofertas” de uno de los vendedores de la galería quilqueña. Ahí estaba Frank, pintado de payaso, con una línea que le cruzaba el ojo como una lágrima rosada. En la contraportada vi el sensacional dibujo de un farol y, en segundo plano, un hombre sentado en la banca de un parque. Con todas mis fuerzas contuve la sonrisa (la carcajada orgásmica, en realidad) y disimulé mientras sentí un adormecimiento. Lo tomé junto con otro (un dúo de Sinatra y
Count Basie) y pagué 10 soles por los dos. Juro que en la calle salté de alegría.
Escucha
One For My Baby
Sam Cooke - Night Beat (1963, RCA Victor LSP-2709)
Probablemente sea el mejor cantante negro de la historia. Cuando descubrí la obra de
Sam Cooke quedé fascinado. Supe que con él había comenzado todo y que gracias a su existencia habíamos podido disfrutar de
Marvin Gaye,
Michael Jackson, etc. Me compré la recopilación
Portrait of a Legend y conseguí en Amazon el extraordinario concierto de Cooke en el
Harlem Square Club (tal vez el mejor disco en vivo que se haya editado). Buscando más, como hice con Sinatra, encontré que había un disco que, por mayoría de votos, era el gran álbum del cantante de
Chain Gang. Lo bajé por internet y comprobé que
Night Beat mostraba a 'Mr.Soul' en un estado de gracia a un año de su lamentable asesinato. También lo encontré en Quilca de casualidad y me costó 7 soles. Esa tarde me tocó ir adonde un amigo y comprobamos el sonido
Dynagroove que prometía la contraportada: “Brillance and clarity, realistic presence, full-bodied tone, surface noise and Inner-groove distortion virtually eliminated!" En resumen, suena espectacular.
Escucha
Nobody Knows the Trouble I’ve Seen
Harry Belafonte - Calypso (1956 RCA Victor LPM 1248)
También lo estuve buscando, luego de descubrir a Belafonte gracias a una edición de la revista Mojo editada por
Tom Waits. Me bajé algunos discos por Internet y entendí que Harry no era simplemente el que cantaba “
la canción de Beetlejuice”, era, como dijo el propio
Bob Dylan, “el interprete que cruzó más líneas” en la historia de la música. Repasando su discografía, uno puede encontrar álbumes de blues, música africana, cantos de obreros, etc.
Personalmente quedé prendado con
Calypso, el disco que contiene
Day O y otras joyas del cancionero en habla inglesa procedente del Caribe y que en su momento fue el más vendido en Estados Unidos. Quería comprarme el vinilo y lo encontré finalmente hace unas semanas en una tienda en Nueva York, medio refundido. También puse cara de poker y pagué los 10 dólares que me costó.
Escucha
Dolly Dawn
Feliz día del vinilo para todos, hasta para aquellos que en este mundo del mp3 todavía no han colocado la aguja sobre un disco ni sentido el inigualable placer sonoro que produce su recorrido. No pierdan tiempo y corran ahora mismo
a la cuadra tres del Jirón Quilca para celebrar como se debe.