miércoles, 17 de agosto de 2011

LA CINTA DEL DÍA: Graceland (Paul Simon)

¿Qué tienen en común el Rey del Rock and Roll y la hija de Darth Vader? ¿Acaso que la Princesa Leia (encarnada por la actriz Carrie Fisher) apareció por primera vez en la pantalla grande en 1977, el año que Elvis murió? ¿O tal vez que dos décadas antes, en 1957, Debbie Reynolds (la madre de Fisher) le quitó el primer lugar de las listas de singles a Presley, cuando Teddy Bear fue desplazada por el éxito Tammy? No, realmente.
A Elvis y ‘Leia’ los une una canción. A mediados de los ochenta, Paul Simon vivía una crisis personal debido a su divorcio. Durante 6 años, el autor de The Sound of Silence y Carrie Fisher habían sido enamorados y en 1983 se casaron. Pero el matrimonio no fue bien y al año ambos firmaron la separación. Entonces la composición se convirtió en un desfogue para Paul, en una suerte de catarsis que llego a su punto más alto con Graceland, “la mejor canción que he hecho”, asevera Simon. Yo concuerdo.
El protagonista de la canción va manejando. Lleva a su hijo de nueve años a Graceland, la mansión de Elvis Presley, que desde su muerte se convirtió en un museo sobre su vida y en un santuario para fanáticos como Simon, que se hizo músico por El Rey. Paul canta que ella vino a decir que se va y que perder el amor es como una ventana en el corazón: todo el mundo ve cómo te lleva el viento. Y él va a Graceland, entre fantasmas, pobres y peregrinos,  y siente la apremiante necesidad de llegar. ¿Por qué? Finalmente esa urgencia provoca que comprenda lo que ella quiso decir: que esa ráfaga te lleva a Graceland, ese lugar superior, casi religioso, donde él probablemente se vea “obligado a defender cada amor, cada final. O tal vez ya no hayan obligaciones”. No lo dice, pero podemos interpretar que se refiere al amor que siente por Fisher, por la música de Elvis; dos pasiones que ya no están pero que permanecen firmes en él, vivas.
Graceland es una canción de pérdida. Una pérdida tan intensa como la que experimentó el mundo de la música y el espectáculo el 16 de agosto de 1977 (hace 34 años), cuando Presley murió. Sin embargo, como dice la leyenda, Elvis está vivo: perdura en su música, que sigue influenciando a millones de intérpretes en el planeta. Sé que es el floro típico, pero es la pura verdad.
Extrañamos a Elvis, como Paul extrañaba a Carrie. Y como él, todos los fanáticos de El Rey siempre estaremos camino a Graceland, para defender nuestro amor sin obligaciones.

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