viernes, 13 de mayo de 2011

REC+PLAY

(Se escucha un leve zumbido, muy bajo. Atrás algo que se fríe en la cocina, la televisión prendida. Más atrás el sonido del mar)

Esta es una grabación. Recuerdo que la primera que hice fue en la Ciudad de Papel, en San Miguel. Tenía poco más de dos años y mi voz viajó hacia una pequeña abertura (el micrófono) en la radio-casete. Las teclas Rec y Play estaban presionadas. Dentro del aparato mis delgadas ondas sonoras se transformaron en señales eléctricas y llegaron hasta el cabezal del artefacto. Luego fluyeron a través de los núcleos de un electroimán, produjeron un campo magnético y formaron un código único en una cinta de plástico recubierta de hierro y cromo que se movía en círculos. Al reproducir los patrones magnéticos, la radio-casete lanzaba por su único parlante una versión a capela del coro de Ebony & Ivory a dúo con mi hermano mayor. La cinta está perdida pero sé que en lugar de “my piano” decía “marciano”, je. También recuerdo que salió muy bien.

Pasaron los años y, siempre a pocas cuadras del mar, grabé muchas más cosas en esos casetes que le robaba a mi hermano y que, previo tratamiento con scotch, “chancaba” sin misericordia. Grababa, por ejemplo, conversaciones de mis tías, el audio de la televisión, canciones de la radio y versiones de los Hombres G a dúo con mi amigo Joseph, que se encargaba de marcar el ritmo y reproducir con su voz los redobles de la batería y los riffs de guitarra. También, con mi hermano en la guitarra, inmortalicé mis primeras composiciones: La cólera (cuya letra tenía el tierno sinsentido “la cólera parece ser el enemigo del mal”), Los microbios (son más que un enemigo), Las drogas y El lago de la niebla (un auténtico hit duncandhunesco).

No es el fin de este post inaugural de JPL Cintas describir o psicoanalizar las composiciones infantiles que formaron parte de mi primer y único EP (ver foto). Lo que busco decir es simple: que mucho de lo que he vivido y creado está en las decenas de casetes que guardo en una caja en mi depa. Está por ejemplo un concierto de Diablos Azules en El Dragón que compartí con mis mejores amigos en 1999, un viaje en combi, y una buena parte de aquel día que empezó el ciclo de la universidad y nos secamos 53 margaritos. Están las voces de las personas que quise y quiero, entrevistas hechas para El Comercio, irreproducibles ensayos de La Sombra del Pescado y Turbopótamos, raros descubrimientos sonoros, los gemidos de la vecina de arriba, el piano del niño de abajo. También está gran parte de las canciones, o parte de canciones, que he compuesto hasta la fecha. De todo esto se desprende la existencia de JPL Cintas, el blog que, como mi grabadora de mano, inmortalizará música, vivencias y pensamiento; y que, en la práctica, unirá mis blogs en desuso, el musical Ran-King y el cajón de-sastroso Ciudad de Papel.

A apretar Rec+Play más seguido.

1 comentario:

  1. Es bueno saber que ha vuelto a la blogósfera, maestro. Se extrañaba su pluma por estos lares y más aún su conocimiento sobre música.
    Lindo post, y muy nostálgico. Bueno es también saber que uno está presente en alguna de esas cintas, tantos recuerdos, tantos margaritos, tantos gratos momentos. Un abrazo!

    ResponderEliminar